sábado, 4 de noviembre de 2017

La calle está dura II

Ver consigna en la entrada del 10 de julio de 2013. En este caso, el trabajo fue individual.

Ejemplo de Martina Aguisgrana, 2do. año, Colegio San Marón, 2017.

v  Apellido: Bonaparte
v  Nombre: Napoleón
v  Fecha de Nacimiento: 15 de Agosto de 1769
v  Edad: 46
v  País de residencia:  Francia
v  Oficio Anterior: Emperador de Francia (1804-1815)
v  Oficio: Profesor de Historia Francesa

v  Conocimientos y Habilidades:   Conocimientos sobre lo que sucedió antes del comienzo de la Revolución y las etapas de la Revolución Francesa. Viví todos los sucesos que ocurrieron en ese entonces. Sé sobre  su expansión y el poder que tuvo sobre varios países. Sé cómo los militares franceses pudieron obtener más tierras, como podían comercializar y con qué países; sobre cómo y por dónde debían ir para poder expandirse más.

Otro ejemplo, Said Yanguas Rodríguez, 2do. año, Colegio San Marón, 2017.


      Soy Napoleón Bonaparte, busco trabajo de director ejecutivo en Farmacity, tengo experiencia en gobernar un país entero, por eso no será problema controlar todas las sucursales. También tengo experiencia en temas de expansión, por ejemplo, expandí Francia por Europa, gracias a eso no será complicado expandir Farmacity por toda la Argentina para que no falten las medicinas. En temas administrativos, he generado una lista de nuevos precios para que los medicamentos puedan ser comprados por todos; además de venderlos a un precio accesible, nos dejarán un 65% de ganancia al mes. Si me contratan, después de haber expandido Farmacity por toda la Argentina, tengo la idea de hacer la empresa nacional a una internacional,  expandiéndola primero por los países limítrofes y luego por Europa y América Anglosajona.

      Otro ejemplo, Natasha Fernández Ponce, 2do. año, Colegio San Marón, 2017.

Estimado señor Plisetsky :
                                               Quiero informarle que estoy interesado en su oferta de trabajo como su secretario personal y mayordomo.
Tengo mucha experiencia en dirigir un ejército, planificar y ejercer la prosperidad y la paz. Durante mi estación como emperador de los franceses, mi imperio, hasta 1812 había establecido una nueva distribución política en Europa. Usted anteriormente me había mencionado que pronto le declararía la guerra a España, Rusia y Gran Bretaña. Yo, anteriormente ya me enfrenté a ellos, pero aunque perdí la guerra, tengo en mente como ganarles porque conozco todas sus estrategias, la forma en la que luchan, sus flotas, sus ejércitos, todo.
Además de presentarme como secretario, puede ser su consejero, podré ayudarlo en la política, la administración del país, en las decisiones de establecer nuevas leyes, tengo el conocimiento necesario, ya que fui cónsul vitalicio de Francia e hice un Código Civil.
Apuesto a que nadie puede ser mejor mayordomo que yo, que tenga estas habilidades, capacidades e inteligencia como yo.

Atte. Napoleón Bonaparte

domingo, 8 de octubre de 2017

A 100 años de la revolución rusa
Se acerca el centenario de la revolución de octubre de 1917 en Rusia, la primera experiencia en la que la clase obrera tomó el poder del Estado y confiscó la propiedad privada de los grandes capitalistas en función de los intereses de las mayorías oprimidas. Así dicho, puede parecer tan sólo una fórmula sociológica. En realidad, se trató de la epopeya más grande que hayan protagonizado los sectores subalternos en la historia de la humanidad. Y cuyos primeros orígenes están relacionados directamente con la realidad argentina, como veremos.
Si bien el día exacto en el calendario gregoriano, que corresponde al 8 de noviembre, que en el juliano usado antiguamente correspondía al 25 de octubre y que luego fuera abolido para incorporar, entre otros elementos, los occidentales calendario gregoriano y el sistema métrico decimal, quizás convenga repasar los orígenes tempranos de la revolución bolchevique en su paso previo, cuando todo comenzó: la caída del zar en la Revolución de Febrero.
Este acontecimiento tuvo lugar en febrero (marzo, según el calendario occidental). Al comenzar 1917, dos años y medio ya cumplía la Gran Guerra, la primera conflagración mundial que tenía su centro en el terreno europeo y que medía dos grandes bandos multinacionales. Liderados, uno, por los ingleses, al que se sumaría luego Estados Unidos, y otro, por los alemanes, trataban de dirimir los dominios imperialistas de un capitalismo que combinaba su cenit con una tendencia irrefrenable hacia la crisis. Por primera vez se usaba armamento que provocaba la muerte masiva y Walter Benjamin, en su texto Experiencia y pobreza, describía cómo volvían los soldados del frente "sin habla" frente a la barbarie que habían visto y la pobreza. Aviones bombarderos, tanques, ametralladoras, armas químicas: la ciencia del hombre que alcanzaba cúspides era usada al servicio de la maquinaria instrumental de la matanza. Mientras el renacimiento de la industria armamentista brindaba grandes beneficios a los capitalistas del área, las poblaciones eran arrasadas y sucumbían ante la pobreza y la escasez. Mucho más en Rusia, donde el campesinado en masa había sido llevado al frente de guerra sin experiencia, con armas, pertrechos antiguos y una rigurosidad que hubiera querido imitar a la de los ejércitos del káiser, pero sin su experiencia, sofisticación en adiestramiento, armas o disciplina. Los soldados rusos eran enviados al muere.
El hambre y las restricciones que planteaba la guerra se hacían sentir en las ciudades, que también despedían a sus hijos que partían hacia el frente. Mientras tanto, la aristocracia rusa seguía reuniéndose en los salones donde hablaban en francés, como retrataba León Tolstoi en La guerra y la paz. Las huelgas recrudecían y las crisis palaciegas también: el monje Rasputín, asesor de la zarina Alexandra y con gran influencia sobre los destinos de la monarquía, había sido asesinado por uno de los príncipes. Quizás el único que no se daba cuenta de la gravedad de la situación era el zar Nicolás II, que, en su última partida al frente, escribía en su diario: "Mi cerebro descansa aquí, no están ni los ministros, ni asuntos que requieran mi atención. Creo que me viene bien". Días después, la dinastía Romanov caería.
La Duma (parlamento) había planteado la conformación de un gobierno provisional ante la gran agitación social, los pésimos resultados en la aventura bélica, la inflación y la escasez. Aquí, entonces, aquello que se cruza de tal historia con nuestra contemporaneidad. Los bolcheviques habían sacado un periódico en 1914 dirigido a las mujeres trabajadoras llamado Rabotnitsa ('La obrera'), pero lo había tenido que interrumpir debido a la censura zarista; no así su trabajo en el movimiento de la mujer.
Los comités obreros de Petrogrado organizaron la movilización del 8 de marzo, que había sido decretado Día Internacional de la Mujer Trabajadora en 1910, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas reunida en Copenhague, a propuesta de la dirigente alemana Clara Zetkin. Hacía unos días había cerrado Putilov, la principal fábrica del distrito obrero de Viborg, que empleaba a 30 mil trabajadores. La manifestación de las mujeres, que paraban sus fábricas y además transformaban las colas de abastecimiento en actos reinvidicativos, comenzó una semana que culminó finalmente con la caída del zar. Se había producido, originada en las mujeres, la Revolución de Febrero, prolegómeno de la mayor transformación de clase de la historia contemporánea.
Mujeres. Alexandra Kollontai, Inessa Armand, Nadezhda Krúpskaya, Konkordiya Samoilova, entre tantas otras mujeres bolcheviques, le dieron vida a este proceso. Cuando la mujer rompe sus cadenas, lo hace con tal fuerza que el ruido de la ruptura atraviesa a toda la sociedad. Hoy asistimos a una nueva ola de movilización de la mujer. En 1917, comenzó la revolución. Del modo en que se procesen la movilización y la dirección del movimiento de la mujer en la Argentina dependerá el rumbo histórico de nuestros acontecimientos.
Diego Rojas, Infobae, 8-10-2017.


viernes, 25 de agosto de 2017

Twitter peronista

Otra versión de Twitter mundo antiguo, actividad realizada en agosto 2013. Mismo objetivo y modalidad.

Ejemplos realizados por Anita Mórtola y Clara Salvo, 5to. H, Colegio Santa Teresa, 2017.

@chinita_EP: @Perón_el_mejor, te ví hoy en el desfile, seguime porfa! #MEENAMORE.
@chinita_EP: Feliz de ser la primera dama #BODASOÑADA.
@chinita_EP: Preparando mi primer discurso. #KEMOCION #DESCAMISADOSPORLAPATRIA.
@chinita_EP: @compañerosFFCC los amo!! A seguir luchando #VIVAPERON #DESDEOCTUBRENOPARAMOS
@chinita_EP: cero curtida @vicky_ocampo #xLOSNECESITADOS @FUNDACION EP!

@Perón_el_mejor: Ni yankees ni marxistas, peronistas! #TERCERAPOSICION.
@Perón_el_mejor: @chinita_EP que orgullo! #17OCTUBRE  #DESCAMISADOSPORLAPATRIA.
@Perón_el_mejor: Empezamos el segundo plan #DECILENOALACRISIS @modoahorro @vedadecarne.
@Perón_el_mejor: Reformando la Constitución. Ser peronista = ser argentino.


jueves, 3 de agosto de 2017

Sin consigna

Luego de estudiar el  peronismo y analizado la película protagonizada por Ester Goris "EVA PERON", Catalina me cuenta que escribió algo sobre ella. No hubo ninguna consigna dada, por lo que vale doble.
Enseguida, vino a mi mente el cuento de Rodolfo Walsh, "ESA MUJER" o la novela de Tomás Eloy Martínez, "SANTA EVITA". Cata titula su relato:

La actriz

Catalina Escardó, 5to. año, Colegio Santa Teresa, 2017

Hoy en la tarde pedí que sacaran todas las flores de mi habitación. Odio que me traigan flores. Actúan como si ya estuviera muerta. Como si no fuera suficiente que me tenga que pasar todo el día en la cama, con todas las reuniones sindicales a las que asistir, tantos hospitales que construir, tantas escuelas que remodelar, tantos votos que conseguir. Tantos enemigos a los que enfrentarse. Tantos monstruos que señalar ante mis descamisados y enseñarles: “ellos, ellos son los culpables.”
Pero este monstruo es diferente. Este monstruo está logrando lo que ningún otro pudo…este me ataca desde adentro. Aunque sea así, aunque sé que me muero, todavía tengo fuerzas para pegarle una buena trompada a cada médico que me mira con lástima.
¿No me levanté una y otra vez, a pesar de que todos a mi alrededor estaban convencidos de que cada vez sería la última? ¿No me paré el 22 de agosto en el balcón de la Casa Rosada? Ese balcón…quizás la pieza más importante en toda la escenografía de mi vida.
¿Quién hubiera dicho, hace tantos años en ese agujero de mala muerte llamado Junín, que la chiquitita Evita iba a terminar ahí? Quizás eso es lo que despierta tanto odio en los vendepatrias, los oligarcas y los milicos. Les dan miedo los pequeños. Les dan miedo las mujeres. Les dan miedo los pobres. Les dan miedo porque se dieron cuenta de que ahora, en mi Nueva Argentina, los que empiezan mirando todo desde abajo, pueden terminar hablando desde el balcón.
Yo nunca tuve miedo. Ni siquiera ahora tengo miedo a la muerte. No, no es miedo lo que siento. Quizás incertidumbre. Y enojo. Un enojo terrible al saber que me voy dejando tanto incompleto. Que podría haber sido parte de la fórmula de la Patria. Pero no puedo, porque me estoy muriendo. Fui todo para un pueblo que nunca tuvo nada. Me amaron como nunca habían amado a nadie, y ahora me estoy muriendo.
Una enfermera entra para realizar la transfusión de sangre del día. Qué irónico, que me tengan que prestar justo eso que nunca me faltó.
Débil. Si me vieran ahora, esa es la palabra que usarían para describirme. La única cosa que nunca fui. Pálida. Flaca. Piel y hueso.  Con una salud de mierda. Eso sí. Pero bastaba con que abriera la boca para que se dieran cuenta de que las apariencias engañan. Piel, hueso, y más huevos que todas las Fuerzas Armadas juntas. Esa soy yo, Evita.
Evita Duarte. María Eva Duarte de Perón. Eva Perón. Santa Evita. La compañera Evita. El hada rubia. Tantos nombres, en tan pocos años. Sólo 33.
“Cómo Jesús”, susurran mis descamisados entre lágrimas. Cómo si significara algo. Quizás si significa algo para ellos. Pero no todo en esta vida tiene un sentido, no todo fue planeado por Dios, y si planeó esto, Dios es un hijo de puta. Quizás a Jesús le alcanzaron 33 años para un par de milagros de mierda. Pero a mí…a mí me quedan tantos milagros por hacer….
Estoy harta de tratar de entenderlo. Dios nunca me entendió a mí. Y a los pobres tampoco. Se hablan muchas pelotudeces sobre cuanto los ama, pero en realidad no los ama un carajo.
La única que los amó de verdad fui yo. Yo sí que los entendí. Y ahora me estoy muriendo. Me muero sabiendo que nadie podrá amarlos como yo los amé. Nadie podrá reemplazarme en mi papel, el que escribí para mí misma, entregando mi alma en cada frase.  Y los amé como a los hijos que nunca tuve. Que nunca voy a tener, porque mi cuerpo no sirve para nada más que romperse. Tan pálida. Tan flaca.
“¿Cómo puede caber tanto dolor en un cuerpo tan chiquito?”
Y a esa pregunta le sigue una interminable procesión, que duele más que cualquier operación, pinchazo y tratamiento: ¿Por qué me tengo que morir yo, y no alguno de esos millones de hijos de puta que no hacen más que pensar en sí mismos? ¿Qué se dirá de mi cuando no esté? Los oligarcasya están almacenando las botellas del más fino champagne para brindar cuando me muera.  Están felices, felices de que finalmente voy a dejar de romper las pelotas. La versión populista de Eva Braun. “Esa mujer”, “la yegua”, “la puta”. La puta que movilizó a todo un país usando nada más que el tono y las palabras adecuadas. Me gustaría verlos intentarlo. Los más compasivos me reducirán a una actriz que aprendió muy bien sus líneas. “No decía mucho, pero lo decía fuerte”, dirán, mientras se terminan las últimas copas.
Se dirá que fui la mujer más amada y más odiada de la Argentina, sin aclarar proporciones.
¿Y que dirán mis obreros? A ellos les importa poco las acusaciones, mientras tengan un buen, comida y un lugar donde dormir. ¿Qué importa si lo hacía tanto por ellos como por mí? ¿Qué les importa si somos nazis o fascistas? Me recordarán como su salvadora. Como la que les regalo su primera muñeca, o su primera pelota de fútbol, su primera botella de sidra en la fiesta o sus primeras vacaciones a Mar del Plata. La que fundó los Hogares de Tránsito, la Ciudad Infantil. La que se quedaba recibiendo gente hasta altas horas de la noche en la Secretaría de Trabajo y hasta se preocupaba porque tuvieran dinero para volver a casa. Y también la que los abandonó demasiado pronto.
“Decepcionaste a tu pueblo, Evita. Todo lo que pedíamos era que fueras inmortal.”
¿Recordarán lo que dije? No lo sé. Es probable que a mis palabras se las lleve el tiempo, con todo lo que se lleva. Quizás se olviden de mis discursos, pero nunca se olvidarán como los hice sentir. Tanto los que me adoran como los que me odian. Una vida tan corta, y sin embargo desperté sentimientos en una nación entera. Todo sentimiento menos indiferencia.
La actriz que nació para hacer quilombo. Semejante quilombo en sólo 6 años. Si tan sólo hubieran sido 10. 20. 50. ¿Se sentirán así todos los que mueren jóvenes? Me muero en el medio de la vida. En el medio de una escena. En el medio de una línea. Evita Perón, mutis. Mucho antes de lo que hubiera sido justo. Mucho antes de que baje el telón.
“En este país…ser puto, ser pobre y ser Eva Perón…es la misma cosa.”
Las palabras de mi amigo Paquito no dejan de darme vueltas por la cabeza. Ser Eva Perón. No siempre fue fácil. Nunca fue fácil. La vida nunca es fácil para los marginados, los bastardos, los incomprendidos. Pero me gustaría creer que, por lo menos durante mi corto paso por su existencia, su mundo se transformó en un lugar un poco menos doloroso. Un poco más feliz.  
Ser Eva Perón…no hubiera preferido ser ninguna otra cosa. 
No logró decidir que es más insoportable dejar atrás: si los miles de corazones rotos y desesperados, o los pocos pero apasionados festejos. La pared cerca de la residencia con la leyenda “Viva el cáncer”, o las velas que se prenden todas las noches para “Santa Evita”. A veces me quedo despierta hasta altas horas de la noche. Las palabras que nunca llegas a decir tienen una capacidad enorme para sacarte el sueño. Y me preguntó: ¿Cómo pueden festejar? ¿Cómo pueden festejar, cuando hay una madre que pierde a su hija? ¿Cuándo hay hermanos perdiendo a su compañera de la infancia? ¿Un marido que pierda a su esposa?No me creerían si digo que lo más difícil de todo es dejarlo a él. Fuimos mucho más felices de lo que todo el mundo cree. Nos complementamos el uno al otro, no importa por qué motivos elegimos hacerlo.
Es increíble lo que los fanatismos hacen de nosotros. El odio me convirtió en un demonio. El amor, en una santa. Santa Evita.
¿Quién soy? ¿Soy las dos, o no soy ninguna? Eso suele pasar en el cine y el teatro: cada cuál interpreta tu papel como quiere. Suele ser una buena señal. Significa que diste tu mejor actuación. Pero la política, el arte más delicado de todos, va mucho más allá. Te convertís en una opinión: a favor o en contra.
Quizás a eso se deba lo que elegí decir en aquella última emisión.
“No tenía entonces, ni tengo en estos momentos, más que una sola ambición, una sola y gran ambición: que de mí se diga, cuando se escriba el capítulo maravilloso que la historia dedicará a Perón, que hubo al lado de Perón que se dedicó a llevar al Presidente las esperanzas del pueblo, y que a esa mujer, el pueblo la llamaba cariñosamente Evita.”
Cariñosamente, Evita. Simplemente Evita. No es cierto que me basta con sólo eso. Quería más. Podría haber tenido tanto más…pero el guión es el guión, y las buenas actrices saben seguirlo.
Esas palabras, como todas las que he dicho desde el 17 de octubre de 1945, son cuestionadas y analizadas. ¿Són de corazón? ¿Son pura demagogia? Nadie lo sabrá a ciencia cierta. Como en el teatro, nada es verdad, nada es mentira. Todo es parte del guión.
Pero qué escenas me tocó interpretar. La más hermosa de todas, que me encontró sentada al lado de Perón. El Día de la Lealtad, que de alguna manera se siente más mío que de cualquiera. El día de las elecciones, cuando la voz de la Argentina se levantó para vitorearnos. Una Argentina invisible, hasta entonces basureada e ignorada…tan parecida a mí. Los vestidos, las joyas, los peinados. El viaje del arcoíris. El arcoíris…cómo brillaron sus colores. Pero qué rápido desaparecieron. Como luces sobre el escenario, que iluminan mucho más que caras y vestuarios. Y cuando salimos nos dejan con la sensación de que lo que acabamos de ver, aunque haya sido corto, fue lo más real que vimos en mucho tiempo.
Las luces del teatro de mi vida, que el 22 de agosto iluminaron a la multitud reunida para verme. Me acuerdo de las caras, esas caras desesperadas que tuve que enfrentar aquel día. Los ojos anegados en lágrimas siguen a la mujer que desparece del balcón. Esa mujer que se va. La más odiada y más amada de la Argentina.
La actriz que murió a mitad de una línea.




Literatura y política

Objetivo: buscar las relaciones posibles entre las características de una etapa política y un relato literario.
Modalidad: trabajo individual, en clase. Los alumnos leen un texto literario elegido por el docente y luego responden por escrito todas las relaciones posibles que puedan encontrar con la época estudiada. Pueden tener en cuenta: aspectos sociales, políticos, culturales, económicos...

Ejemplo realizado por Catalina Escardó, 5to. H, Colegio Santa Teresa, 2017.

Las puertas del cielo, de Julio Cortázar

Similitud entre el personaje de Celina y Evita Perón:  Las dos mueren jóvenes. Ambas vienen de un ambiente artístico de baja categoría (Celina era bailarina, Evita era actriz).
-La relación de Celina con Mauro puede compararse con la de Perón y Eva. Celina renuncia a su vocación de bailarina por él, Evita deja la radio/cine/teatro. Celina viene de un sector muy plebeyo, más plebeyo que Mauro, y asciende socialmente gracias a él.
-Por contexto, podemos deducir que sucede en la década del 40, probablemente 47 o 48 (Primer gobierno de Perón).
-Marcelo, en algunos sentidos, también representa a Perón. Establece amistades con gente de clases más bajas y los analiza, los toma como objetos de estudio. Celina y Mauro son una excepción porque se encariña mucho con ellos. Cuando van a bailar al Santa Fe Palace, se lo describe como un lugar muy popular (pintura barata, sectores mal divididos, se toca tango.) Marcelo describe a los sectores populares como “los monstruos”. Los describe como seres exóticos y horribles, de una manera bastante despectiva. Describe a mujeres cubiertas de maquillaje barato y brillantina, que se hacen peinados altos para parecer menos bajitas y “se hacen las rubias” (las de clase más alta), los hombres, toscos y sucios. Siente rechazo pero al mismo tiempo una gran atracción hacia ellos.

Casa tomada, Julio Cortazár.

A este cuento se lo relaciona automáticamente con el peronismo porque es una perfecta metáfora de cómo se sintieron las clases medias y altas durante el peronismo. Se sintieron invadidos. Poco a poco, todo lo que consideraban suyo y de nadie más, fue tomado por la clase obrera y el movimiento peronista.
Se sabe que Irene y su hermano vienen de una familia de la oligarquía porque no tienen que trabajar, viven en una mansión para ellos solos en la que entraría más gente (esta puede ser una metáfora de la brecha y la desigualdad entre las clases bajas y altas en Argentina), se menciona que sus ingresos vienen del campo y el narrador es una persona culta, que lee literatura francesa. Vivían cómodos y sin preocupaciones, hasta que un día, inesperadamente, intrusos desconocidos toman una parte de su casa. Se acomodan para vivir en la parte que les queda, hasta que los intrusos los dejan con sólo una habitación, y se quedan con todo lo que dejaron en la casa (dinero, ropa, etc.)
La diferencia es que al final los hermanos se resignan y se van, y en la realidad, los opositores dieron un golpe de Estado. 

miércoles, 31 de mayo de 2017

Mano a mano III
(otros ejemplos)

Catalina Escardó, 5to H, Colegio Santa Teresa, 2017

8de septiembre, 1930.
Isla Martín García, Río de la Plata, Argentina.
120 horas desde que el país retrocedió 20 años. 120 horas desde que perdí mi lugar como presidente, como líder de un pueblo que tanto necesita uno. 48 horas preso. 48 horas en esta isla.
Hace 5 días los militares marcharon hacia la Casa de Gobierno y pidieron mi renuncia. Todo con esa frialdad y formalidad tan típica de los militares, esa aparente indiferencia mientras destituían al presidente elegido por el pueblo, al primero elegido de manera legítima. Ni siquiera el partido conservador ni los pequeños malcriados de la Liga Patriótica me generaron tanto odio como me generó el Gral. Uriburu cuando ordenó a todo el ejército que, con su paso redoblado, pisotearan todos mis logros. Por alguna razón no puedo dejar de imaginarme como se habrá preparado para ese día. Casi puedo verlo, parado frente a un espejo antes de salir a dar el golpe, dando unos últimos toques a su inmaculado uniforme, sus lustradas medallas. Ajustando el nudo de su corbata negra. Negra para el funeral de mi libertad.
Hace 2 días que doy vueltas por este pequeño cuarto húmedo y frío, sin poder sacarme esa imagen de la mente. En mi celda no hay espejos. No me molesta, hace mucho que estoy evitándolos…sí, por miedo. Por miedo a la persona que me devolvería la mirada. Por miedo a darme cuenta de que lo dicen los periódicos es verdad, que no son solo habladurías de la oposición. Estoy viejo. Aquí, solo en esta celda, me siento más viejo e inútil que nunca. ¿Así es como termina una vida entregada a la patria?
Incluso antes de que me trajeran aquí podía sentirla terminándose en el correr de los segundos, como se me escapaba de entre los dedos con cada cambio del reloj, con cada nueva fecha escrita en la tapa del diario La Nación, con cada hora que moría en el otoño agonizante de 1930.
En mi celda no hay relojes, ni ejemplares de la Nación, nada que delate todo lo que se va. Pero ya ni siquiera me importa. Quizás a cada persona solo se le da una determinada cantidad de días que cuenten. Esos días en los que podemos hacer algo, ser alguien, efectuar un cambio…son limitados. Mis días se acabaron. Para ser exactos, el 6 de septiembre fue el último.
120 horas desde que las horas dejaron de contar.
Se escuchan pasos detrás de mi puerta, y el tintineo de las llaves. No sé porque se molestan con llaves y cerraduras. Como si estuviera en condiciones para escapar. Como si fuera necesario encerrarme, en esta isla que tiene el extraño poder de convertir a tu propia conciencia en una cárcel.
La puerta se abre y me incorporo esperando ver a mi carcelero, pero no es él que entra, sino un hombre muy joven. No usa uniforme, a diferencia de todos aquí, pero si viste de traje. Arrima una silla cerca del catre en donde en este momento estoy sentado y comienza a hablar:
IT: “Buenas tardes, señor Yrigoyen. Mi nombre es Ignacio Trueba. Debo disculparme, esta reunión debería haber pasado ayer,” me dice, aunque no parece muy arrepentido.
Y:“¿Periodista?” Pregunto, arqueando una ceja.
IT:“Abogado. Vengo a negociar las condiciones de su liberación.”
Y:“¡Negociar!” exclamo, sin esforzarme por disimular mi sarcasmo. “Nunca antes había escuchado esa palabra en boca de un conservador.”
Me devuelve una burlona sonrisa, dejando en claro que él tampoco está muy conforme con la tarea que se le ha asignado.
IT:“Para tener tanto resentimiento contra los jóvenes del partido conservador, debe admitir que los dejó actuar con bastante libertad durante la Semana Trágica.”
Mantengo su mirada, pero no digo nada.
IT:“¿O acaso debo recordarle como permitió que la Liga Patriótica moliera a palos a los obreros durante varios días luego del desastre en Vasena? Se lo merecían, por supuesto. Una semana entera con el país paralizado. Debo felicitarlo, pues parece que no necesitó su ayuda para reprimir a los esquiladores de Río Gallegos. Muy bien. Usted mismo debe admitir que todo ese cuento del Estado árbitro es nada más que eso, un cuento…con esas bestias ignorantes nunca se podrá dialogar. Mejor volver a los métodos antiguos, que al final, son siempre los únicos que funcionan.”
Un joven desesperado por volver a los métodos antiguos. Cuando yo era joven, sólo quería hacerlos desaparecer. Quería cambiar las reglas del juego. Un juego que ni siquiera yo supe jugar. Y en ocasiones no supe como obedecer las reglas que yo mismo impuse.
Y:“Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Sin embargo, sostengo que hacer política es dialogar. Con todos los actores de la sociedad. Y este nuevo gobierno no podrá obtener verdadera legitimidad a menos que aprenda a dialogar.”
IT:“Por supuesto, hay que saber dialogar. Sólo me pregunto…¿Por qué no pudo dar usted el ejemplo, dialogando con el Congreso?”
La conversación se ha convertido en un permanente intercambio de ironía, sarcasmo, y cinismo.
Y:“Si se refiere al discurso que esperaban que diera en el inicio de las jornadas representativas, debo admitir que tanto discurso y teatro siempre me han parecido innecesarios. Si se refiere a las intervenciones federales…el PAN realizo el doble, sin pedir el permiso de nadie.”
IT:“Resulta que en persona es todavía más contradictorio que su imagen. Se presenta ante la nación como un noble caballero emprendiendo una Santa Cruzada por la democracia, pero desconoce a una de sus partes más importantes. Dice que la nación debe ser de todos, pero a mí no me engaña: vio la oportunidad de hacer lo que quiso, y la tomó, porque cree que es el único que puede hacer las cosas bien.  Dice que hay que saber dialogar con todos los actores de la sociedad, pero desde que asumió está sacándonos a la elite nuestros privilegios, uno por uno.”
La insolencia es algo que los caracteriza a ellos. Los jóvenes del partido conservador. Parece un chiste. Juventud gastada en los que solo quieren conservar. El mismo nombre de su partido delata una cause perdida. ¿Hay algo en este mundo que se pueda conservar? ¿Hay algo en este mundo que realmente permanezca?
“Mira quién habla de ironías, Hipólito,” me susurra burlona la voz de mi conciencia. “Para llamarse la Unión Cívica Radical, no parecen muy unidos.”
IT: “¿Cómo dice?”
Genial. He hablado en voz alta  y ni siquiera me di cuenta. Los síntomas de mi vejez aparecen siempre en momentos muy oportunos.
Ignacio Trueba sonríe. A pesar de su pregunta, sé que me ha escuchado perfectamente.
IT:“¿Puede culpar a los antipersonalistas por separarse del resto del partido? Es lógico no querer unirse a los fanáticos que siguen ciegamente a su líder sin cuestionar sus decisiones. Debo rescatarle que usted ha hecho un trabajo fantástico cultivando el mito. Mostrarse en público 2 veces al año fue realmente efectivo. Es muy fácil crear una imagen falsa de alguien que rara vez muestra la verdadera. Y si hay algo de lo que los argentinos no carecemos, es imaginación.”
Y: “¿Alguna vez se preguntó por qué el mito se propago tan fácilmente? Pues yo sí, y la respuesta es que la gente necesita los mitos para sobrevivir. La gente necesita la democracia. Necesita un héroe que luche por ella. Necesita saber que las minorías serán escuchadas. Necesita poder salir a la calle a reclamar cuando se está muriendo de hambre. Necesita saber que existe la posibilidad de ascender, de mejorar su posición social. Necesita un Estado que se preocupe por poder otorgarle un empleo y que eso sea posible.”
IT: “¿La gente lo necesita, o usted? ¿Va a justificar también los mates con su cara, diciendo que es una medida para el bienestar social? No, la sociedad estaba bien antes que llegara, siguiendo el orden natural de la supervivencia del más apto. El empleo público que se dio la libertad de repartir libremente y que, además, espera que financiemos con nuestros impuestos, es una herramienta populista y demagógica.Dice que la gente lo necesitaba…¿en dónde estaban todos ellos cuando los militares lo limpiaron como ajo? ¿Por qué nadie opuso resistencia?”
Y: “Quiero creer que fue nada más que por asombro.”
IT: “O quizás porque ni siquiera usted pudo hacer que el pueblo creyera en la democracia. En los pocos discursos que dio no paraba de afirmar que la UCR representa a la nación misma, lo cual es completamente anti democrático. Seamos sinceros: nadie la defendió. Yo estoy empezando a descreer cada vez más. Sobre todo en la libertad de expresión. En Italia, en Alemania, ideas muy interesantes están expandiéndose. Las grandes potencias se preparan para una contrarrevolución. Escúcheme, Yrigoyen: Ya ha tomado nuestro consejo una vez, cuando le pedimos que le comprara a quien nos compra. Sea inteligente y tómelo de nuevo: Si cuando sale de aquí sigue teniendo alguna influencia, haga todo lo posible para que deporten a esos bárbaros comunistas y anarquistas. Que vuelvan a sus países, y que allí los corrijan. Ayude a reestablecer el orden social que usted mismo contribuyó a destruir. Bien sabe que el mundo solo podrá salir adelante cuando el poder esté en manos de quien sabe cómo usarlo.”
Y: “Nadie sabe como usarlo.”
El abogado me mira sorprendido. Sé que es extraño escuchar a un presidente pronunciar esas palabras, pero eso no las hace menos ciertas.
Y: “Nosotros deberíamos saberlo mejor que nadie. Somos el daño colateral. Los que sufrieron a millones de kilómetros y un océano de distancia mientras Europa se desangraba. La venta de cereales se congeló, la de carne disminuyó, los préstamos que sostienen nuestra economía dejaron de ser una opción e Inglaterra demandaba devoluciones que no podíamos darle. Los criadores, al ser el principio de la cadena, por primera vez entendieron lo que es tener una posición desafortunada. Todo porque a los granjeros norteamericanos les convenía que la carne argentina tuviera fiebre aftosa. Además, somos los testigos de cómo el gran imperio estadounidense aplasta y explota a nuestros hermanos hispanos. Me gustaría ver como el gobierno de Justo se las ingenia para salir de este triángulo comercial en el que hemos quedado atrapados. Gran Bretaña presiona por una relación bilateral, EE.UU ofrece brindarnos lo que sus amigos europeos no pueden pero nunca la oportunidad de venderles. Esa es la única pregunta que los países periféricos podemos darnos el lujo de responder: ¿Qué potencia queremos que nos explote ahora?”
IT: “Sí, dejó muy en claro su antipatía hacia los norteamericanos. Sabemos que no es casualidad que haya elegido el 12 de octubre para conmemorar el día de la raza…ni que haya ordenado a una nave de guerra saludar al pabellón de República Dominicana en un momento de conflicto con EE.UU.”
Y: “Así es. Sé que nunca me perdonaran que esa antipatía haya sido uno de los obstáculos que les impidieron unirse a los Aliados.”
IT: “Defender a nuestra amada y temida Gran Bretaña…nos habría hecho quedar ante el mundo mucho más noble de lo que en realidad somos.”
Y: “Declararle la guerra al káiser Wilhelm II no es nobleza, es estupidez.”
Sus labios se curvan en una breve sonrisa.
IT: “Es un hombre inteligente. Que lastima que los cambios que queremos para el país no coincidan.”
El viento frío y húmedo de la isla golpea contra las paredes, y las manecillas de su reloj de muñeca se mueven, crueles e indiferentes, siguiéndole el paso a los segundos. Creí que estarían de mi lado. Pero ahora lo entiendo: lo que corre nunca está del lado de nadie.
Y: “Los cambios llevan tiempo. No me dieron tiempo suficiente.”
IT: “A nadie se lo dan.”
Es compleja la vida en este mundo en el que todos tenemos ideales tan distintos, y estamos tan dispuestos a luchar por ellos. A hacer lo que sea para que, cuando llegue el momento, podamos partir sabiendo que dejamos atrás el país con el que una vez soñamos. Y así, con cada segundo que pasa, con cada nueva fecha en la tapa de los diarios y con cada otoño que muere, nuestras acciones llenan las infinitas páginas de la historia.
Ignacio Trueba ajusta su corbata. Muy apropiado.

Corbatas negras para el funeral de la democracia

Guillermina Barberis, 5to. H, Colegio Santa Teresa, 2017.
El 6 de noviembre de 1930 fue un día lluvioso en la Isla Martín García. En ese entonces, cuando aún funcionaba la cárcel de la isla, se encontraba preso Hipólito Yrigoyen, el primer presidente radical que tuvo Argentina. Habían pasado exactamente dos meses desde el golpe militar, y él se encontraba más solo y abandonado que nunca. Sólo veía a una persona durante el día: el guardia que venía a traerle esa comida, tan desagradable, pero que resultaba lo único bueno de ese lugar. El resto del día se lo pasaba encerrado allí, solo, acompañado únicamente por sus pensamientos que no resultaban muy alentadores. Sabía sólo algunas cosas: que estaba viejo, cansado, y que no podía hacer nada por su país frente a los militares, al menos no desde esa cárcel en la Isla Martín García.
Mientras que Yrigoyen se encontraba en su celda, un joven, Ignacio Cepeda, estaba siendo chequeado para entrar en el recinto. Venía a hacerle una visita a una figura importante de la sociedad argentina: nada menos que el mismo Yrigoyen. Ignacio no era un gran fan de ésta figura: como todos los de su clase, para él el viejo presidente era exactamente eso: un viejo incompetente que había terminado con el cargo más alto del país porque un pueblo repleto de inútiles con ideas revolucionarias lo había votado. No, Ignacio Cepeda no venía en forma de amigo a ver a Yrigoyen, él buscaba tener una conversación no muy amistosa acerca de todos esos años en el que había estado en el poder, todos esos años en los que se aprovechó de todo el dinero de su clase, todos esos años en los que abasteció de empleos públicos a cualquiera que lo siguiera. Él iba a ser el famoso miembro de la Liga patriótica que tuvo una conversación privada con el anciano de Yrigoyen en su celda de la cárcel, el ser que estuvo más cerca del Peludo después de que haya caído lo más bajo posible. Y sobre todo, él iba a formularle a Yrigoyen el reclamo que su padre no pudo hacer cuando Dios decidió llevárselo antes.
Pensando en estas cosas, Ignacio cepeda finalmente llegó a la celda del ex presidente. Yrigoyen levantó la cabeza, y cuando lo vio se paró de su cama para ponerse frente a su visita.
Yrigoyen: ¿quién eres tú, joven? ¿Qué haces aquí? Definitivamente no eres un preso de este lugar.
Ignacio: Dios mío, sabía que la cárcel deteriora a cualquiera, pero nunca me imaginé semejante situación, señor. Le diré así sólo por el respeto que cualquier persona comprometida con su país le tiene a un ex presidente, pero sepa que si fuera por mí usted no sería nadie en este momento. Debería decir que lamento su situación, pero la verdad es que no lo hago. Ni un poquito. Bueno, no me voy a ir por las ramas, porque si empiezo a decir por qué lo detesto no acabaría nunca. Vengo aquí porque quiero hablar con usted. Quiero ser el primero de la Liga Patriótica que tuvo contacto con usted desde que mi querido Uriburu tomó el poder del país. Quiero vender mi conversación con usted a todos los diarios, y quiero que hablemos de todos sus gobiernos, de todos los años en los que los conservadores se vieron afectados por su conducta.¿Recuerda a mi padre, señor? Antonio Cepeda, un miembro de la sociedad rural.
Yrigoyen: lamento decirle que no, joven. No sé quién es.
Ignacio: estoy seguro que mantuvieron algunas peleas privadas, señor, haga un poco de memoria. La cuestión es que usted y su estúpida política de ganarse votos con empleos públicos le costaron mucho dinero. Y cuando se dio cuenta de que el dinero del estado no era suficiente para pagar todos esos trabajos, usted quiso crear un impuesto a los ingresos personales, aunque por suerte el congreso lo pudo frenar, ya que de lo contrario nuestra clase le hubiera seguido pagando a usted sólo para que usted pueda repartir empleos públicos con ese dinero así se ganaba el voto del pueblo. Y ni hablemos de esa política que tuvo de ir en contra de todo lo que los conservadores planteamos, inclusive ir en contra de nuestras opiniones frente a la creciente participación de Estados Unidos en nuestra economía...pero bueno, de eso no vengo a hablarle hoy.
Yrigoyen: lamento decirte que no concuerdo con ese comentario de la economía. No sé si lo recuerdas, joven, pero en 1929 yo firmé un acuerdo comercial con Gran Bretaña con el objetivo de fortalecer nuestra relación. En este acuerdo, decidimos que Gran Bretaña invertiría en ferrocarriles y nuestro país le vendería carne. Sin embargo, entiendo cuando dices que Estados Unidos participaba muy activamente en nuestra economía. Este país nos vendía maquinaria, autos, camiones, neumáticos, e incluso instaló empresas en nuestro país. Y a pesar de que nos trajo todo esto, era una relación muy deficitaria porque nosotros no podíamos colocar ninguno de nuestros productos en el mercado estadounidense, y eso nos traía problemas. Por eso intenté mejorar las relaciones con Gran Bretaña, pero era muy difícil por la crisis y el poco apoyo que tenía. Comunícales a los de tu clase que hice todo lo posible por mejorar la situación de Argentina frente a estos dos países, pero la crisis no fue de mucha ayuda para cumplir mi objetivo.
Ignacio: La verdad es que no sé si comunicaré eso, no quisiera que ahora mi partido empiece ahora sentir pena por usted. Me lo pensaré.
Yrigoyen: sabía que era difícil que lo comunicara, pero tenía que aprovechar la chance. Disculpe mi interrupción, continúe con lo que tenía para decirme antes de que saque a luz el tema de la economía. Su fuerte odio hacia mí me da mucha intriga.
Yrigoyen lo miró, desafiante, pero Ignacio no prestó atención.
Ignacio: Lo primero que voy a hacer, señor, es rescatar lo único que yo considero que hizo bien en sus gobiernos, y voy a decir esto primero porque si quiero que usted se abra un poco a mí sobre cuestiones que no le van a resultar placenteras, considero que tenemos que empezar por lo bueno, ¿no? Le voy a decir lo que apoyé desde el principio, lo único por lo que a mi parecer hace que usted se merezca una felicitación, y eso es su actitud y su posición durante la semana trágica. ¿Recuerda ese suceso, señor? Fue hace once años. Usted en esa semana tuvo muchos conflictos para controlar a sus queridos trabajadores, en especial a todos esos socialistas y judíos que inundaban las calles. Entonces, usted decidió dejar a mi grupo actuar, y ahí fue donde por primera vez actuó mi queridísima Liga Patriótica de la mano de las fuerzas de su poder: la policía y los militares. Esto, debo decir, se lo debemos todo a usted. Si no hubiera sido porque usted nos dejó reprimir a los protestantes, nosotros no seríamos lo que somos hoy, y por eso más que nada creo que se merece una felicitación, y además porque a decir verdad usted manejó esas represiones de manera ideal. Aunque sospecho que luego no le debe haber resultado tan bien a usted dejarnos actuar, ¿no? Tal vez el ejército y la policía se tomaron su tiempo en reprimir a diferencia de nosotros, pero debo decir que no cualquiera hubiera tenido las agallas para manejar semejante protesta como lo hizo usted, y además me pareció una actitud muy importante porque finalmente le hizo darse cuenta a usted de los problemas que puede traer confiar y negociar con el pueblo, especialmente en esas épocas llenas de revolucionarios. Aunque, por supuesto, le costó un poco entender este concepto, ¿recuerda la protesta en Santa Cruz? Tuvimos que ser bastante insistentes para que usted finalmente decidiera reprimir primero...en fin, su posición y actitud en la semana trágica es lo único bueno que rescato de sus años en el poder, lo único que hace que hoy lo esté tratando con respeto. Y que quede claro que es lo único que rescato. ¿Tiene algo que decir del tema, señor?
Yrigoyen lo observó seriamente, meditando sus futuras palabras.
Yrigoyen: no mucho, la verdad. Simplemente que si con esas palabras con las que intenta hacerme recordar ese suceso que vivimos juntos son las palabras con las que usted quiere que yo me abra, lamento decirle que no lo va a lograr. Menos aún con sus felicitaciones y alabanzas, porque lamento decirle que esas cosas no me gustan. Sólo hablé de economía porque quería que usted comparta lo que me pasó con los de su clase, pero no crea por un segundo que eso me iba a hacer dispuesto a hablar. Así que, si lo que usted esperaba era una especie de entrevista, joven, le recomiendo que se retire de esta isla ahora, porque no va a pasar.
Ignacio: de eso no tiene que preocuparse, señor. Yo ya sabía que usted no sería un huevo fácil de romper, así que por mí no se preocupe. Sólo voy a contentarme con ser yo el que hace la mayoría de la conversación, no voy a esperar mucha respuesta de usted.
Después de su comentario, Yrigoyen se sentó nuevamente, cansado de estar parado. Ignacio se mantuvo erguido como en toda la conversación, pero ésta vez, su cara se modificó: estaba tenso, como si algo le molestara mucho por dentro.
Yrigoyen: ¿qué te sucede, joven?
Después de una pequeña pausa, Ignacio decidió responder.
Ignacio: ¿sabe lo que me sucede, señor? Tengo tanto odio acumulado hacia usted.Mi padre murió hace unos meses, y lo único que le preocupó en sus últimos momentos de vida fue usted y todo su gobierno que fue completamente desfavorecedor de mi clase. Al principio, él tuvo esperanza en usted, pero por supuesto, usted lo tuvo que defraudar. Él estaba molesto con usted por algo, él tenía un reclamo importante que hacerle. Lo discutió con un gran amigo suyo, Alvear, compañero de partido con usted, pero nunca pudo decírselo a quien verdaderamente quería. Y eso es justamente lo que le vengo a decir hoy, más que nada, es decir lo que él no pudo por su muerte. Como dije antes, a pesar de que él por cuestiones de sangre era un miembro de la Elite, y por ende fiel seguidor del Partido Autonomista Nacional, creyó que fue bueno que en esas elecciones de 1916 hubiera ganado un Radical, porque le traería alguna mejora al pueblo, esas mejoras que el PAN no pudo darle por todo el fraude y la corrupción que manejaba. Le pareció bueno porque últimamente el PAN venía teniendo dificultades con el pueblo, así que le pareció bien que el partido de su amigo Alvear ganara, Aunque no fuera exactamente Alvear el elegido en esas elecciones de 1916. Él verdaderamente creyó que usted cumpliría su promesa de terminar con el fraude, aunque por supuesto que no podía apoyar esto porque sería ir en contra de sus creencias. Por primera vez en mucho tiempo, el pueblo tuvo fe en el presidente elegido, tuvo fe en que este presidente sería el que instalaría la democracia como Dios manda. ¿Pero sabe una cosa, señor? Usted siempre se creyó mejor que los conservadores, siempre creyó que peor raza que la nuestra no podía haber para el pueblo argentino. Aunque la realidad es distinta, señor. Usted no es mejor que nosotros ni en lo más mínimo, porque usted hizo una promesa, y no la cumplió. Nosotros ni siquiera nos atrevimos a prometer algo que sabíamos que no cumpliríamos, pero usted tuvo las agallas de creerse mejor que nosotros y prometió una mentira. Convenció a todo el país que sería el salvador de la democracia, el que terminaría con todo lo malo de nuestro gobierno, pero no lo cumplió, ni siquiera se atrevía a reprimir al pueblo cuando era necesario, como lo hacíamos nosotros. Apuesto a que usted se creyó muy democrático con sus actitudes frente al Congreso, ¿no? Con esa actitud que tenía de hacer todo por el pueblo y por su amada democracia, sin importar qué institución tenía que pasar por arriba. ¿No le pareció un poco contradictoria su justificación? A mí me resulta de lo más contradictoria. Usted pretendía instalar una democracia pura sin ningún tipo de fraude, pero pretendía lograrlo no teniendo en cuenta al poder Legislativo. ¿A qué clase de loco de remate se le ocurre apoyar a una democracia cuando en realidad estaba tomando actitudes autoritarias? Usted ignoró completamente al congreso, lo degradó hasta más no poder al no presentarse a su interpelación parlamentaria y al no realizar el discurso de inicio de las sesiones. Y ni hablemos de todas esas intervenciones provinciales que hizo, ninguna con el apoyo del parlamento. ¿De veras pensó que le quedarían muchos años en el poder con ese tipo de actitudes frente a una de las instituciones más importantes del país? No se puede eliminar el fraude y la corrupción si no se respetan las cuestiones básicas de una democracia.
Yrigoyen: ¿cree que no sé eso ahora? No creo que mis actitudes frente al Congreso hayan sido las mejores, pero en ese momento no me importó. No puedo dar muchas explicaciones, la verdad es que en ese entonces me pareció que frente a situaciones desesperadas se deben tomar medidas desesperadas. No te puedo dar muchas respuestas nuevas, simplemente sucedió. No le voy a mentir: por mucho tiempo vi al Congreso más como un enemigo que como un aliado, simplemente porque estaba muy influenciado por el partido conservador.
Ignacio: si usted va a justificarse diciendo eso, entonces creo que yo también me puedo justificar como a mí me parezca. De alguna forma nuestras medidas también fueron desesperadas frente a una situación desesperada, ¿sabe? Hablo de las medidas que el Partido Conservador y los militares tomaron hace exactamente dos meses. La verdad es que no teníamos intención de llegar a ese punto extremo, pero la situación nos empujó a hacerlo. Nosotros veníamos muy preparados para las elecciones de 1928, le pusimos muchas fichas a ésta. Pero nos guardamos algunas fichitas, señor, en caso de que las cosas no salieran como planeado. Si lo que se pregunta es hace cuanto que teníamos las cosas planeadas, la respuesta es esa. Ya estábamos pensando en el golpe de estado desde antes de esas elecciones, aunque sospecho que usted ya se imaginaba que algo así iba a pasar; creo que por eso no se resistió ni en lo más mínimo ese día. Lo planificamos todo con tanto cuidado...aunque obviamente que al ser tantos hubo distintas opiniones sobre cómo llevarlo a cabo y qué hacer después. ¡Recuerdo que en esa época era tan feliz! Sentía cómo el poder de mi partido crecía gracias a los militares, y por primera vez en mucho tiempo vi a mi padre con ganas de hacer algo por su partido. Estoy tan agradecido de que por fin haya sucedido, créame. Lo venía esperando desde hacía mucho. Sin embargo, me dio algo de bronca que haya ganado esas elecciones, señor. ¡No podía entender cómo había conseguido la mayoría de los votos, y sin ningún tipo de fraude! A veces le juro que me sorprende la mentalidad del pueblo, siempre volviendo a lo que fue bueno para ellos, sin tener en cuenta al resto de las clases...en fin, sepa que su amado país ya estuvo conspirando en contra suyo desde antes que su segundo período como presidente comenzara.
Después de esa pequeña confesión de Cepeda, Yrigoyen bajó la cabeza, sintiéndose completamente derrotado. En el fondo siempre supo que los conservadores venían pensando en ese golpe desde hacía mucho...aunque nunca había tenido una confesión de eso. Le dolía pensar en cómo había terminado su relación con una parte de su pueblo, y se sentía traicionado. En el fondo siempre lo supo, pero al escuchar la verdad terminó de deprimirse.
Por un rato, los dos estuvieron en profundo silencio, pensando en todo. Ignacio pensó que decirle todo lo que pensaba a Yrigoyen le haría sentir mejor por lo de su padre, pensó que estaría satisfecho por haberle dicho todo lo que su papá no pudo decir. Pero la verdad es que estaba muy lejos de sentirse bien; tenía ganas de llorar. Sin embargo, no pensaba dejar que el Peludo lo viera en semejante estado, ni por casualidad.
Ignacio: lamento decirle que no le queda mucho más tiempo a nuestra conversación, señor. El barco que me llevará de nuevo a casa sale en media hora, y tengo como veinte minutos para salir del recinto, así que ésta es nuestra despedida. Antes de irme quiero hacerle un pedido, señor. Quiero pedirle que si algún día sale de aquí con las fuerzas necesarias para pelear, por favor no lo haga. Acéptelo, señor, la época de los radicales se ha terminado. Ahora volvió a ser el tiempo de los conservadores, de la elite. El pueblo ya consiguió lo que quería y nosotros nos hartamos de ser ignorados y poco respetados. Ahora es momento de que los saben de poder tomen las decisiones importantes por el país. Sólo eso le pido, señor. Abandone sus ganas de pelear, abandone sus ganas de seguir siendo un líder para la UCR. Su viejo partido está en manos de Alvear, señor, está en manos de alguien que sabe que la época radical necesita un descanso, y por eso él decidió refugiarse en la abstención electoral. No pelee más.
Yrigoyen volvió a levantar su cabeza.
Yrigoyen: sabes que no puedo prometerte eso, hijo, no cuando me pasé muchos años de mi vida peleando por los trabajadores de mi país. Lamento no poder cumplir con tu pedido, y lamento haber perjudicado a tu clase al enfocarme tanto en mi misión y en el pueblo. Sé que estoy viejo y que perdí muchas cosas, perono perdí mi fe y mi amor por la democracia, y no las perderé mientras siga con vida. Aún tengo fieles seguidores que creen lo mismo que yo; así como existen conservadores de derecha, existen radicales  yrigoyenistas que no pienso defraudar. Sé que me gané muchos enemigos con mis actitudes, pero si algo sé de tener enemigos es que dejar de pelear contra ellos no es una opción. Si llego a salir de aquí con la energía suficiente para seguir peleando por lo que creo, ten por seguro que lo haré. No voy a prometerte algo que no tengo intención de cumplir, no cometeré ese error por segunda vez.
Ignacio lo miró fijamente, meditando sus palabras y luego comenzó a caminar hacia la salida del pasillo, sin mirar atrás y sin despedirse.
Yrigoyen: ¿aunque sabes una cosa, Ignacio? Sí recuerdo a tu padre.
El joven se dio la vuelta y lo miró. El viejo estaba llorando; no hacía ningún sonido, sólo le caían unas lágrimas. Ignacio decidió romper su promesa de ser fuerte y finalmente derramó una lágrima frente al anciano, un segundo antes de seguir caminando hacia la salida.


sábado, 27 de mayo de 2017

¿Globalización? ¿Homogeneizacion?

De centros y periferias (El siguiente artículo es un extracto de un trabajo de investigación: EL GRITO DE LOS ESTUDIANTES, LAS CALLES SON DEL PUEBLO. Análisis de las manifestaciones estudiantiles mexicanas entre 1960 y 1968 de Reynaldo Díaz País (2015)

El siglo XX ha demostrado de manera veloz las contrariedades de la humanidad, las dos caras de la misma moneda. Ha sido un siglo para demostrar los grandes avances políticos, técnicos y culturales pero también para las grandes desigualdades e injusticias del ser humano. Las contradicciones de la humanidad son, en definitiva, las mismas contradicciones que circundan día a día al individuo. Como expresaría Joseph Déjacque en 1858, tal vez el mejor acercamiento que se puede realizar desde una disciplina social como la Historia es analizando la realidad a través de la reflexión personal; sin dejar de lado las pasiones que revelan lo más oculto del ser. En este marco de contradicciones se formularon grandes polarizaciones ideológicas, económicas y sociales.
He leído poco, observado más, mediado mucho. Estoy, creo, a pesar de mi ignorancia, en uno de los medios más favorables para resumir las necesidades de la humanidad. Tengo todas las pasiones, aunque no pueda satisfacerlas, la del amor y la del odio, la pasión del lujo llevado al extremo y la de la extrema sencillez. Comprendo todos los apetitos, los del corazón y los del vientre (…) He observado, por el agujero de la cerradura, la vida privada del opulento; conozco sus aparatos de calefacción y sus valores suntuosos y conozco también, por experiencia, el frío y la miseria. Tengo mil caprichos y ningún goce. Soy capaz de cometer algunas veces lo que la jerigonza de los civilizados deshonra con el nombre de virtud, y más a menudo aún lo que honra con el nombre de crimen. (…) No tengo más que un rostro, pero ese rostro es móvil como el movimiento de la ola al soplo más leve, pasa de una expresión a otra, de la calma a la tempestad, de la cólera a la ternura. De ahí que, diversamente apasionado, espero tratar con alguna posibilidad, de éxito sobre la Sociedad humana, visto que, para tratar bien de ella, se requiere tanto el conocimiento de las pasiones propias como el de las pasiones ajenas.
Déjacque, Jospeh en Utopías Antiguas y Modernas de Angel Cappelletti (2012).
Para Eric Hobsbawm, una de las características primordiales del corto siglo XX  —originalmente una idea de Ivan Berend utilizada por Hobsbawm para explicar el proceso económico y socio-cultural entre los años 1914 y 1991— es sin duda la polarización del mundo en dos grandes hegemonías emergentes en dicha época. A diferencia del marco mundial que desde el siglo XVI hasta el siglo XIX predominó dando un lugar hegemónico a Europa Occidental, por primera vez aparecían como alternativa dos modelos opuestos. La órbita del capitalismo y las ideas liberales ya no se centrarían en los modelos ingleses y franceses sino en el estadounidense, que había logrado demostrar, desde su unificación nacional en 1865, un crecimiento industrial y económico constante. Por otro lado, en 1917 aparecía el primer estado socialista, comprobando que se podía acabar con un régimen para pasar a otro en poco tiempo. Obviamente, los partidos revolucionarios socialistas y anarquistas ya existían desde hacía tiempo en todo el mundo (incluso en Estados Unidos), pero la Revolución Rusa logró ser tan impactante como la Revolución Francesa de 1789. Tal vez, su impacto se deba a dos razones: la cercanía geográfica del hecho con respecto a Europa Occidental y el método no ortodoxo del mismo. Rusia no solo era uno de los últimos bastiones del absolutismo monárquico sino que también conglomeraba un extenso y difícil territorio, con una mayoría campesina y apenas una incipiente burguesía–proletariado industrial. La teoría marxista fue aplicable, pero no como lo había profetizado Karl Marx.
De esta forma, para los años cincuenta se perfilan, casi indiscutiblemente, ambos fenómenos como las dos potencias mundiales. Se marca así, hasta 1991, un mundo bipolar donde no solo se ponen en duda dos modelos ideológicos sino también distintos posicionamientos geopolíticos mundiales. Desde ya que siempre que surja una potencia mundial o regional existirán, paralelamente, regiones subordinadas a ella. Sin embargo, es interesante destacar que ésta particularidad del siglo XX fue, justamente, iniciada en y por el siglo XX. A diferencia de contextos históricos anteriores, el desarrollo del mundo bipolar a través de dos propuestas discursivas tan distintas no contradice la globalización única de un sistema capitalista. Tanto Estados Unidos como la Unión Soviética se propusieron, en su contienda ideológica, conquistar nuevos mercados.
La existencia de una potencia soviética no significó que el mundo dejara de regirse por la economía capitalista. Si bien es claro que la Unión Soviética intentó generar adherencia a su propuesta, no logró cambiar el mecanismo de negociaciones e intercambio de bienes fuera de su propio territorio (exceptuando algunos aislados casos). Este sistema capitalista mundial hace que el mundo moderno esté compuesto “por sociedades que se relacionan entre sí pero qué, a su vez, son profundamente desiguales”. Es por ello que Samir Amin contrapone el concepto globalización al concepto de homogeneización, ya que la expansión capitalista no busca establecer igualdad de condiciones comerciales y productivas para todas las sociedades implicadas sino profundizar las desigualdades existentes con el fin de mantener la hegemonía dominante.
No es necesario ser economista para saber que nuestro mundo se compone de países “desarrollados” y de países “subdesarrollados” que a su vez incluyen países que se proclaman “socialistas” y otros que habrá que llamar por su nombre, “capitalistas”; que unos y otros están integrados, si bien en grados diferentes, en una red mundial de relaciones comerciales, financieras y otro tipo, que nos impiden concebir a cada una de estas naciones aisladamente, es decir haciendo abstracción de esas relaciones, como podría hacerse si se tratara del Imperio Romano y de China Imperial de la época en que se ignoraban mutuamente.
Samir Amin, La acumulación a escala mundial (1970) en Roffinelli, Gabriela. La teoría del sistema capitalista mundial. Una aproximación al pensamiento de Samir Amin (2005)
Aunque Antonio Gramsci analiza la relación de la clase dominante con las clases subalternas en función del rol del Estado, podemos utilizar su esquema teórico y ampliarlo a la situación mundial. Según este autor, el concepto de hegemonía está estrechamente relacionado con la formación de alianzas (a favor de movilizar a las masas con demandas similares hacia un cambio radical o a favor de la perpetuación de una alianza dominante relacionada con el monopolio de la fuerza). Gracias a este sistema de alianzas, o de la pasividad de algunos grupos, se puede consolidar una hegemonía a través del tiempo. Para ello, el grupo hegemónico tiene que lograr cierto consenso social sobre un sistema de ideas —como el nacionalismo o la religión, entre otros— a fin de sostener y reproducir su discurso.
Ahora bien, entendiendo el desarrollo industrial por sustitución de importaciones que algunos países de la periferia comenzaron a lograr a partir de 1930, podemos comprender la importancia que el liberalismo tiene en el mundo. Desde ya que, durante la Primera Guerra Mundial, comenzó a evidenciarse la crisis del capitalismo ortodoxo, profundizada gravemente por la crisis de Wall Street en 1929. La mayoría de los países de la periferia apostaron entonces a la teoría keynesiana del Estado Benefactor. Económicamente, esta permite el crecimiento y el desarrollo industrial, pero culturalmente fortalece la hegemonía del liberalismo. Junto con la persecución estatal a los movimientos de izquierda, se reforzó así la idea de que el capitalismo es el camino correcto.

Por ello, Estados Unidos logró perfilarse, hacia 1945, como una de las potencias mundiales; su participación en las dos grandes guerras mundiales sin sufrir daños colaterales y su desarrollo de la industria armamentística junto con la automotríz se lo permitieron (aquel industrialismo era promovido en el territorio desde los tiempos del colonialismo inglés). Las economías regionales de Latinoamérica, cuyos gobiernos veían en el gobierno estadounidense el camino a seguir, se subordinaron tanto culturalmente como económicamente a Estados Unidos, permitiéndole así reforzar su hegemonía local. Aunque éste último estaba más preocupado en recomponer la economía de Europa tras la guerra (a través del Plan Marshall de 1948, plan de ayuda económica para reconstruir la economía y las industrias europeas), su relación con los países latinoamericanos se profundizaron con las decisiones geopolíticas llevadas a cabo.