Mano a mano III
Ver consigna del 16 de agosto de 2013 (en este caso, el trabajo fue domiciliario)
Ejemplo realizado por Lucas Martin, 5to. H, Colegio Santa Teresa, 2017.
Hay
pocos argentinos que merecen el cielo
Cinco de enero de 1939, el
alma de Lisandro de la Torre finalmente se desprende de su cuerpo y pasa al
otro lado luego de su suicidio. Al llegar a las puertas del cielo argentino,
distingue la característica imagen de un lugar muy conocido, la mismísima ciudad
de Buenos Aires. “Así que el cielo existe… y es la capital económica del país”
el recientemente muerto le exclama al ángel que lo recibe. “Bueno, nada más
para los argentinos, el cielo tiene reglas extrañas ¿sabe?” el ángel le respondió. El ángel poseía una voz
un tanto profunda, tenía una postura
encorvada, estaba vestido con un traje negro, traía guantes blancos y llevaba
un sombrero de copa negro que hacía que un velo negro caiga de este, tapando
totalmente su cara, creando una misteriosa imagen del mismo. “Antes de entrar
al cielo – le aclaró el portero – debes pasar por una encuesta en la que te voy
a plantear algunas preguntas, ¿le
gustaría tomar algo mientras lo hacemos?” el ángel le dijo a De La Torre. “No
me molestaría tomar algo” le respondió. De la nada, el ángel hizo surgir
repentinamente dos sillas y una mesa, que arriba de la cual había dos tazas y
una tetera llena de té. “¿Un
tanto inglés no le parece?” le preguntó al portero “Al menos es inglés,
detestaría solo poder invocar brebajes norteamericanos. Pero si, esto es
bastante inglés en realidad. Preferiría un mate pero por alguna razón no tengo
el poder para hacer aparecer uno. Es cómico, ¿sabe que en los mates solían poner la cara de un
presidente? Creo que pensaban que era algún tipo de salvador o algo por el
estilo, hasta un ángel. De alguna manera u otra, me halaga” respondió. “¿Cómo dice?” preguntó el ex senador,
confundido por lo anteriormente dicho. “Nada, nada, olvídelo”. Pasada la
introducción, el ángel prosiguió a servirle té al recién llegado, sacándose uno
de los dos guantes que traía puestos para agarrar la tetera, mostrando así su
mano derecha, cual era sorpresivamente
peluda. “Perdone por la mala presentación – dijo el portero – siempre tuve la
popularidad de ser una tanto ‘peludo’ cuando seguía vivo”. Este comentario le
despertó una incertidumbre a Lisandro, quien empezó a pensar que conocía a
alguien que le apodaban de esa manera. Alguien muy importante. De todos modos,
decidió no decir nada. Pensar que era ateo y que el ángel probablemente sabía
eso, junto a decirle que pensaba que ya lo conocía podría ser considerado una
falta de respeto. Además, Lisandro había pasado por una Argentina corrupta y no
podía poner en riesgo la oportunidad de pasar a un lugar mejor ahora que la
tenía.
Luego de dos tazas de té, el ángel comenzó a hablar nuevamente. “Verá,
esto es muy sencillo. Le voy a hacer algunas preguntas sobre lo que usted paso
mientras estaba vivo, más específicamente sobre su vida política y sus
opiniones”. A Lisandro le pareció
extremadamente específico y realmente no sabía las verdaderas intenciones del
ángel, por eso dijo “Sin faltarle el respeto, ¿Qué tiene que ver esto con mi
entrada al cielo?”. “Todo tiene un propósito que podrá entender en un futuro.
No se preocupe, no tengo ningún tipo de malos motivos, tan solo quiero escuchar
su opinión sobre lo que piensa de lo que pasó políticamente en el país. Usted
ha pasado por diferentes épocas y algunas de ellas fueron muy oscuras”
contestó. “Lastimeramente, he visto tanta mentira y tanta corrupción que ha
llegado hasta el punto en donde uno no sabe quién no robó dentro del gobierno”
exclamó el ex senador de Santa Fe. “Créame, sé lo que se siente. Yo también he
visto fraude, lo detesto tanto. Por suerte algunos han logrado combatirlo de la
manera más humana posible” dijo el ángel. “Han llegado muy alto y han sido muy
reconocidos los que fueron los luchadores de la democracia” dijo el
santafesino. “Eso creo. En mi parecer, usted ha ayudado bastante, se lo
reconocemos desde aquí inclusive. Pero obviamente no fue el único ¿acaso
recuerda al ex presidente de la República Argentina Hipólito Yrigoyen?” replicó
el portero. “¡Cómo no recordarlo! – Exclamó de manera alegre – ese hombre sí
que fue un guerrero democrático. Si tan solo estuviera aquí lo felicitaría por
todo lo que hizo por tratar de sacar el fraude de nuestro sistema de una vez por
todas. De hecho, recuerdo una reforma en particular por la cual me encantaría
darle un gran reconocimiento, la reforma universitaria del 18’. Tan solo pensar
que un presidente esté dispuesto a cambiar algo fraudulento por algo
democrático en todos los ámbitos posibles es fascinante”. “Veo que usted admira
a Yrigoyen en su totalidad” comentó el ángel. “Bueno, su trabajo fue magnífico
en algunas áreas. Pero debo contradecirlo en eso. No admiro todo lo que hizo el
ex presidente, aunque todos poseemos una imagen de él como la personificación
de la democracia pura, esta no es verdad” repuso De La Torre. “¿Cómo dice?”
inquirió el ángel, de alguna manera medio indignado por lo que acababa de decir
De La Torre. “En mi opinión, Yrigoyen fue demasiado personalista. Se creía
demasiado, tenía la visión de su cara como el restaurador de la democracia a
toda costa cuando en realidad hubo sucesos y actitudes de su parte que dicen lo
contrario. Pero no puedo culparlo totalmente por creer que era alguna especie
de dios. Honestamente, si yo hubiese tenido a millones de ciudadanos
profetizando sobre que yo era un ángel (miró de reojo a su acompañante),
colocando mi rostro tanto en mercancías como en las paredes de las calles y
repitiendo todo lo que uno dice como si fuera un ser todopoderoso, también
pensaría de mí mismo como lo que el pueblo diría. No puedo negar que me
sentiría mucho más que un ‘simple’ presidente” explicó Lisandro. “Ya veo… ¿Me
podría contar sobre lo que mencionó de las actitudes no democráticas de
Hipólito?” preguntó la figura angelical. “A decir verdad, no es solo una. Pero
lo que más me repugnó de su mandato fue cuando dejó que esa Liga ‘Patriótica’ azote
a los pobres trabajadores en esa semana de 1919. Eso fue totalmente
antidemocrático de su parte, yo me pregunto ¿Para qué reprimir a los proles
cuando uno puede negociar con ellos? Además, no estaban haciendo huelgas por
nada, las estaban haciendo para mejorar sus derechos como trabajadores. El
hecho de tan solo imaginarse que un presidente deje que una liga un tanto
afiliada al partido opuesto, el partido más fraudulento y corrupto que jamás regió
al país pueda reprimir a la clase que más necesita de los beneficios que pedían
y luego que el mismo presidente se haga llamarse democrático me indigna” tronó.
“Bueno, uno debe solucionar de alguna manera ese tipo de problemas” vaciló el
ángel, como si hubiese sido su propio accionar dejar la represión. “No he terminado
ahí, – declaró De La Torre – no solo no contó en un principio la posibilidad de
negociación con los sindicatos, sino que además ignoró por completo la
autoridad del congreso. No sé si usted sabe, pero eso mismo hombre envió no
una, ni dos, ni cinco, sino ¡diecinueve! intervenciones federales sin la
autorización de la cámara legislativa. ¿Ysabe cuánto le importó esa autoridad?
Nada. Absolutamente nada de nada” terminó De La Torre, ya con un tono de
indignación, furia y autoridad. El ángel no sabía cómo seguir con la
conversación. Notaba el enojo que tenía Lisandro De La Torre, así que para
tranquilizar las cosas decidió servirle a los dos otra taza de té. “Lo
siento, - dijo ya mucho más tranquilo el
ex sanador santafesino – me deje llevar demasiado”. “No importa – respondió el
portero, ahora feliz por volver a una tonalidad un tanto más calma – cuénteme
señor De La Torre (era la primera vez que lo nombraba de tal manera, seguro por
algún tipo de capacitación personal por la manera de que Lisandro dijo lo que
dijo), ¿tiene algún pedido o incluso un mensaje que enviarle a Yrigoyen? Digo
esto debido a que él está aquí mismo (por algún motivo, la cabeza del ángel
hizo un gesto extraño, como si estuviera indicando algo. De La Torre se percató
que había acabado de guiñar un ojo, lo sabía aunque no podía ver a través del
velo el rostro del portero) y si usted desea, le puedo enviar el mensaje de
inmediato, incluso sin moverme de esta misma silla” dijo el ángel, un tanto
emocionado y atento por la futura respuesta de su acompañante. “Por supuesto,
me encantaría enviarle un mensaje. ¿Acaso debo escribirlo?” De La Torre indagó.
“No, con tan solo decírmelo será escuchado por él, así funcionan las cosas en
el cielo” respondió el ángel. “Veamos, ¿Qué le podría pedir al ex presidente
Yrigoyen?” Lisandro se preguntó. Levantó la mirada para ver fijamente el velo
del ángel, el cual no permitía divisar ninguna faceta de su rostro, seguía
pensando que aquel tendría alguna especie de conexión con alguien de su vida
anterior. Parecía como si lo tuviera en la punta de su lengua (bueno, de su
memoria o cerebro, en este caso), pero seguía sin querer decir nada sobre el
asunto. “Me encantaría recordarle algún suceso que hayamos compartido, aunque
realmente tan solo me puedo limitar a recordar cuando estuvimos en la Unión
Cívica Radical. Si, de hecho recuerdo bien un suceso un tanto vergonzoso que
ocurrió cuando anuncie mi salida del partido. Creo que fue en septiembre, no,
en noviembre del 1896, traté de aliarnos con los seguidores de Mitre para
derrotar a Roca en las elecciones, pero él decidió oponerse a esta idea ¡y
quién hubiera imaginado que haría ese hombre cuando presentara mi salida! Verá, no solo negó mi propuesta, sino que también me retó a
un duelo. ¡Un duelo! ¿Quién se lo imaginaría verdad? ¡Qué loca idea!” Este
recuerdo no solo le dio un aire de nostalgia a Lisandro (no una muy
emocionante, como la primera vez que escuchó el nombre de Hipólito), sino que
volvió a despertar alguna idea (¿o recuerdo?) en la cabeza del ángel, quien
esta vez no mostró ninguna expresión de ello como las otras veces. “Sé que
estábamos con el mensaje, pero ¿sería tan amable de recordarme cual fue el
resultado de ese duelo? Es que es importante tener ese tipo de información para
determinar a qué…”. El ángel se pausó por un momento, pero no fue para recordar
que determinaba el resultado de la pelea, sino para inventar una excusa así
podría escuchar como su acompañante
pintaba el duelo. Lisandro cayó en la conclusión que el ángel estaba tramando
algo así que esta vez, sin recordar su norma personal de no cuestionar lo que
le decía la entidad celestial ya que él no había creído en el cielo antes de su
muerte (o tal vez no le importó en lo más absoluto, tan solo quizás), decidió
soltar una interrogante al ver que la tardanza del ángel fue de más de 10
segundos. “¿Determinar a qué?” preguntó. Esto hizo que el
portero vuelva a su cabeza nuevamente, habiendo estado perdido en sus
pensamientos por un buen tiempo - 10
segundos para ser específicos -, sin tener realmente una respuesta sólida a su
pasado veredicto, se redujo a comentar “Perdóneme por haber estado en la nada
por un tiempo, me solían decir que estaba un poco viejo y hasta incapaz durante
mis últimos años en la tierra. Por lo de la determinación, lo verá cuando esté
allí mismo, Lisandro”. La pronunciación del nombre del ex senador fue un tanto
‘pícara’ por decirlo de alguna manera, como si el mismo ángel ya supiera el
resultado de la batida y nada más quisiera que De La Torre diga cómo le fue en
dicha pelea. Pero Lisandro De La Torre no era un hombre estúpido y se percató
rápidamente de que ese mismo ángel era alguien que ya había visto en el pasado.
Y ahora sabía muy bien quien era. De todas maneras, optó por no revelar su conocimiento
sobre la identidad del ángel y decidió continuar como si no hubiese descubierto
nada. Eso sí, narró el duelo exactamente como lo recordaba, aunque a su manera
y punto de vista. “Bueno, él me dio para elegir las armas, así que decidí ir
por un duelo de esgrima de esos que me gustaban. Lamentablemente no puedo decir
que me haya ido muy bien, se podría explicar que perdí el duelo y recibí una
cicatriz que oculto debajo de mi barba. Es por eso que sigo luciendo después de
tanto tiempo”. El ángel parecía estar riéndose (algo que molestó un poco a
Lisandro) y exclamó de manera casi burlona “¡así que perdió el duelo!”. De La Torre se
volvió a acomodar en su lugar, reafirmando su posición y respondió en un tono
cortante “Técnicamente, yo fui el que salió triunfante”. “Pero me acabo de
decir que le dejó una cicatriz” dijo el ángel de manera confusa, ya sin la risa
de antes. “Me la dejo, eso no lo niego. Pero mírelo usted de otra manera, no
solo logré salir de la Unión como yo quería, sino que también se puede decir
que la forma en la que peleó Yrigoyen fue humillante para él mismo por haber
apuntado a la cara con el florete, algo totalmente fuera de las reglas o lo
podríamos llamar ‘fraudulento’. ¡No me puedo imaginar su cara si escuchara esto! El mismo Yrigoyen llegó
a ser fraudulento. ¿Quién podría imaginarlo?”. Después de hacer esas
declaraciones, De La Torre levantó nuevamente la mirada, esta vez con una
sonrisa pintada de mejilla a mejilla. Sabía que, si ese ángel era quien él
pensaba que era, estaría furioso. Y así lo era, el ángel se mostraba tan
furioso que decidió permanecer en silencio por un corto rato, para luego
servirse otra taza de té, el cual se desparramó por la implacable rapidez en la
que el portero se sirvió. “Dios mío, que desastre” se disculpó el servidor. “No
pasa nada” siguió el ‘invitado’, quien ya se había decidido por dejar de lanzar
frases pasivas-agresivas a su anfitrión. No paró porque sentía algún tipo de
pena, solo paró debido a que si lo seguía molestando, le podría hacer descender
a los luminosos infiernos y perder su oportunidad de ir a un lugar mejor. Por
eso, optó por aclamar un suceso en el cual Yrigoyen le había ganado, de hecho,
aplastado. “Habré ganado el duelo – dijo Lisandro con una voz encendida, mucho
más animada – pero si hay algo en donde Yrigoyen verdaderamente me humilló fue
en las elecciones del 16’, de eso señor sí que no puedo hablar”. El ángel pareció calmarse y hasta ponerse
feliz, como si también recordara esas elecciones. “Se puede ver que acepta
tanto sus victorias como derrotas, eso es muy bueno” reconoció el portero. “En
una vida política, es completamente vital” respondió De La Torre. “Así es,
digo, así parece” fue la respuesta del ángel. “Bueno, - prosiguió – ¿le gustaría volver a la petición? Casi se nos agota el tiempo”. “Me
parece perfecto – esperó unos segundos, estando pensativo -. Bueno, como ya me había dicho que hablara y
usted se lo haría saber tan solo escuchando, comenzaré ahora mismo. Mi petición
es la siguiente: después de haber sido senador por un tiempo, pude ver como es
ser ignorado por el poder ejecutivo. Se siente estar en una sensación
deplorable, totalmente horrenda y sin sentido alguno. Me encantaría si algún
día, si es posible mediante el poder de Dios mismo o los ángeles guardianes del
cielo (Lisandro se ocupó de que su selección de palabras fuera perfecta y
apropiada), que Yrigoyen pueda mandar un mensaje a sus seguidores radicales
habitantes de la tierra, que sé que son muchos, y les diga que para lograr un
país totalmente funcional, se debe confiar en el congreso, o al menos darle
cierto grado de importancia, no ignorarlo. Tan solo así se podrá llegar a un
estado de democracia pura, como el que todos queremos”. Este mensaje pareció
haber emocionado al ángel, quien se limitó a responder con una voz un poco
llorosa “Sabe, ese Alvear puede no seguir mis ideales al pie de la letra, pero
sí que cumplía un magnifico rol gobernando a nuestro amado país”.
Pasaron un tiempo sin decir nada de gran importancia, por no decir que
no dijeron nada en absoluto, pasada esa temporalidad, el ángel rompió el
silencio primero. “Es hora de la verdad, aunque no espero que todavía no la
sepa”. El ángel se sacó el velo, mostrando el tan idolatrado rostro del ex
presidente radical, Hipólito Yrigoyen. “¡Así que era usted todo este tiempo!” exclamó con un aire de ironía
Lisandro De La Torre. “No diga que no sabía” respondió entre risas Yrigoyen,
quien ya había tirado el velo a las nubes que servían como suelo del cielo.
“Siempre tenía esa idea, pero no estaba del todo seguro como para afirmarlo en
voz alta. En realidad es un gusto saber que está aquí en el paraíso, usted fue
uno de los defensores más importantes de la democracia” dijo De La Torre. “Debo
reconocer, me hizo abrir los ojos. No fui tan democrático como pretendía ser”
respondió el ex presidente, esta vez con cierto aire de tristeza. “No se ponga
mal, al menos no fue uno de esos malignos conservadores” aclamó De La Torre,
tratando de subirle la moral a Yrigoyen, el cual exclamó entre risas “Tiene que
ver dónde están esos fraudulentos, directo de donde nacieron, el mismo
infierno”. Los dos soltaron una leve carcajada. “Bueno, ahora que ya no hay más
incógnitas – volvió el Santafesino – ¿porque no me da la segunda ronda en el esgrima? Tanto usted como yo
sabemos quién fue el ganador en el primer duelo” dando a entender que Yrigoyen
le había derrotado. “No cree usted que estamos muy viejos para un duelo
juvenil” reiteró Hipólito, lo que hizo que los dos volvieran a soltar una
carcajada, esta vez más alta. “Ahora que lo pienso –dijo De La Torre, como si
tuviera una idea revolucionaria-, podríamos crear un nuevo partido ¿sabe? Piénselo, el partido demócrata progresista y la Unión Cívica
Radical pueden tener sus diferencias, pero al final del día, los dos poseemos
un mismo objetivo” “Eliminar el fraude” exclamaron los dos al unísono. “Y si
con nuestras fuerzas unidas, y un fuerte esfuerzo para tirar por la ventana
nuestras diferencias, nadie podrá detenernos. Ni siquiera el poder más
fraudulento de todos” completó la idea Yrigoyen. “Exacto, pero ¿Cómo podremos esparcir estas ideas por el mundo de los vivos?” indagó
De La Torre. “No se preocupe, seguramente habrá algo en estas tierras donde las
nubes son su suelo el cual nos permita comunicarnos con el otro mundo, tan solo
necesitamos a alguien que reciba el mensaje mediante una paloma” resolvió el ex
presidente. “¿Pero quién sería así de confiable como para hacerse cargo del
mensaje? ¿Quién tendría tanta influencia sobre nuestros seguidores?” pregunto
con preocupación De La Torre. Yrigoyen, confiado respondió “Conozco a un tal
Marcelo (Torcuato de Alvear) que será la respuesta a nuestro problema”. Así fue
como los dos se aventuraron en el cielo e hicieron cálculos para ver cuando el
mensaje llegaría a las manos de Alvear. “Si los cálculos no fallan, el mensaje
le llegará el 24 de Marzo de 1942, no debería ser un problema para él” dijo
Yrigoyen. “Espero que pueda recibirlo. – De La Torre hizo una pausa – Una
pregunta Hipólito, si usted sabía desde el principio que era yo ¿Cuál era la
utilidad del cuestionario?”. “Uno no lo sabe todo desde el cielo, compañero mío, uno tiene que saber si al que recibe no ha sido corrompido por
sus ideales propios, o que tuviese opiniones ocultas sobre la buena democracia.
Usted alégrese, porque tiene el acceso al cielo no por su fe, eso realmente no
importa, lo que importa es la bondad de una persona. Si es que al final, hay
pocas personas puramente bondadosas que les interesa el bien público más que el
personal. Si es que al final, hay pocos argentinos que merecen el cielo.
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