domingo, 2 de agosto de 2020

¿AÑO PERDIDO, AÑO GANADO, AÑO EMPATADO?

En el marco de esta pandemia y del ASPO (Aislamiento Social Preventivo Obligatorio) escucho, transcurrido medio ciclo lectivo, comentarios sobre cuándo volvemos a las aulas presenciales, si no está perdido el año, si los estudiantes aprendieron, si no lo hicieron… y así múltiples cuestiones e interrogantes.

No tengo mucho para agregar al debate generalizado, sólo algunos puntos:

1)    Quedó claro que la pandemia y el ASPO visibilizaron las profundas desigualdades sociales, y por ende, educativas, que  teníamos desde antes.  La ya fragmentada educación argentina sigue fragmentándose cada vez más.

2)    Cuando se habla de “año perdido”, imagino que se hace desde la perspectiva de un año escolar  “normal”, con clases presenciales sostenidas durante todo el ciclo lectivo. Eso no pudo ser, pero a través de las diversas plataformas y de  comunicaciones virtuales, los estudiantes y sus docentes estuvieron más o menos conectados.

3)    Si esa “conexión” educativa es eficiente para el proceso de enseñanza-aprendizaje, creo que aún no lo podemos saber, se verá en un futuro.

4)    Muchos de los cambios que se venían proponiendo en la “vieja escuela”, aceleradamente se fueron poniendo en práctica, sin preparación previa, “a los ponchazos” fuimos creando esta “nueva normalidad” o “nueva escuela”.

5)    La perspectiva pesimista de “año perdido” o la optimista de “año ganado” por las nuevas prácticas educativas, aporte tecnológico mediante, me parece que no tienen sentido. Es una situación no elegida por nosotros, no elegida por el mundo, de excepción total, totalmente novedosa. Nuestras vidas se vieron alteradas, la salud, la economía, la educación, TODO cambió. En ese marco, “lo ganado” o “lo perdido” se pierde en el cúmulo de los “ensayos-errores”, de  “aperturas-cierres” en el que vivimos.

2020, el año que vivimos en peligro.

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