miércoles, 8 de abril de 2020

ALGO DETUVO LA ESCUELA

Algo detuvo la escuela.
Algo detuvo la vida tal cual la vivíamos.
Marzo de 2020, a una semana de iniciadas las clases, se suspenden.
Pandemia, coronavirus, cuarentena: palabras que comienzan a formar parte de nuestras vidas detenidas.
Estudiantes, docentes y familias estamos transitando algo novedoso para todos.
Siento que  estamos haciendo de cuenta que “aquí no pasa nada”, que no vamos a la escuela pero que la escuela “va a casa”. Más o menos lo mismo, que siga siga…
Con  las mejores intenciones, cada escuela brinda la manera de mantenerse en contacto con sus estudiantes: mails, wasaps, blogs, plataformas varias, clases virtuales vía zoom (la aplicación del momento) y así al infinito y más allá.
Cada estudiante, con apoyo o no de su familia, hace lo que puede. Al fin de cuentas,  todo es una cuestión de clases. Y las clases, también.
Los docentes estamos agobiados, eso lo compruebo diariamente con mis compañeros, en mensajes y llamados haciendo catarsis. Imagino que también tristes, bah, yo estoy triste. Y no hablo de la tristeza por las muertes anunciadas como estadísticas diarias en los medios de comunicación. Esa tristeza nos inunda a todos. Hablo de la tristeza de no poder estar en el aula con los estudiantes. De enojarme porque uno está paveando, de preguntar hasta el cansancio (de ellos, no mío) “entendieron, chicos?”, de alegrarme porque respondieron bien alguna pregunta “para pensar”,  de apasionarme por explicar un tema que me gusta mucho, de apasionarme más cuando veo que ese tema les gusta a ellos (juro que, a veces, pasa).
La educación a través de la escuela tal cual la conocemos tiene varios años de antigüedad. Con todas las críticas que se le hacen, muchas veces acertadas, otras no tanto, creo que sigue siendo uno de los lugares donde los niños y jóvenes se sienten a gusto y contenidos.  Sigue siendo “su” lugar de pertenencia, ése en el que pasan horas con sus amigos, amigos que, tal vez, serán los amigos de toda su vida.
La tecnología nos está dando una gran mano para mantenernos en contacto. Pero no creo, que hoy por hoy,  pueda reemplazar al contacto presencial de los estudiantes y sus docentes.
Tal vez, en alguna distopía de Netflix, todos tengamos un chip y la información básica para vivir. Pero, mientras tanto, quiero seguir escuchando  el timbre para salir  al recreo.

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