martes, 23 de julio de 2013

Aguafuertes porteñas

Objetivo: Este trabajo se puede realizar al ver la década del 30 en Argentina, donde los alumnos podrán relacionar algunas de las características de la época con las aguafuertes.
Modalidad: En grupos, se leen algunas aguafuertes de Roberto Arlt a elección del docente. (sugerencia : “Grúas abandonadas en la Isla Maciel”,  “El Furbo, “¿Quiere Ud. ser diputado ?”, Arlt, Roberto, Aguafuertes porteñas, Argentina, Losada, 1991). Se indica a los alumnos que relacionen las aguafuertes con cualquier aspecto estudiado de la dècada del 30.  Finalizada la tarea anterior, cada alumno o grupo,  redactará un aguafuerte. Trabajo en clase, y la redacciòn del aguafuerte, trabajo domiciliario.

Grúas abandonadas en la Isla Maciel (realizado por Santiago Bignone, Matías Barrena, Georgina Guccione, Diego Galarce, Ignacio Trosa y Karina Rosa, Colegio San Marón, 1993)

Este aguafuerte relata la decadencia de la Isla Maciel, un lugar siniestro y abandonado, en donde se puede contemplar la desaparición de todo signo de civilización y progreso.
La representación más sombría de este espectáculo son veinte grúas abandonadas, que en tiempos pasados fueron símbolo de desarrollo y esperanza para quienes ahora viven a la sombra de estos gigantes destruidos, sufriendo miseria y desazón, culpa de un frigorífico, que mediante los avances científicos y tecnológicos, reemplazó esos colosos por nueva maquinaria que hizo obsoleta su labor.

Podemos comparar la situación con las consecuencias producidas por la crisis de 1929, donde los capitales se retrajeron y la economía se cerró, produciendo graves consecuencias en la industria local. Pero a su vez, luego de esta crisis, la industria local creció, debido a que países extranjeros, para protegerse retiraron sus capitales y cerraron sus mercados, por lo que la industria local debió abastecer el mercado, y de esa manera cobró impulso.

Un punto de comparación con la actualidad es el de las grúas de La Boca que fueron reemplazadas por un sistema más avanzado, dejándolas abandonadas. Allí también, en las noches, se alberga gente desahuciada, incapaz de conseguir un lugar donde dormir, punto que también podemos comparar con la pobreza que había en aquel lugar de la Isla Maciel.


El furbo (realizado por Martín Dallanegra, Jezabel Angelini, Elvio y Rubén Espínola, Socorro Garreto, Vanesa Pasant, Georgina Recondo y Valeria Baró, Colegio San Marón, 1993)

El texto relata el significado de la palabra, dando ejemplos y las variaciones de su significado a través de la historia.
En  la Antigua Grecia, el furbo era el que practicaba la vagancia, también se los llamaba  así a los niños traviesos. Luego su significado pasó a ser el hombre que astutamente viola las leyes para beneficiarse y sin que éstas lo afectaran.

Lo relacionamos con los frigoríficos ingleses, de lo cual se quejó Lisandro de la Torre, y de las autoridades que apoyaban dicho accionar. No pagaban los impuestos y por esto obraban en perjuicio de otros y bien de ellos.
También en la década del 30, los “furbos” podrían haber sido aquellas personas que por falta de trabajo, sabiendo que en la política también se cometían actos fraudulentos, salían a vender productos no muy buenos o en mal estado como si fueran realmente buenos o sirvieran, para esto sólo se necesitaba astucia y ser buen charlatán.
Un ejemplo podrían ser los “canillitas” que promocionaban noticias para vender diarios, pero en realidad tales noticias no existían.
En la época actual abundan este tipo de personas, por ejemplo las agencias de viajes, que después desaparecen con la plata de la gente, los que tienen títulos sin haber terminado o si quiera cursado la Universidad, las personas que venden en los colectivos artículos que no son buenos, agencias de modelos donde hay que pagar para promociones a ciertas personas, que luego desaparecen, los que venden productos por televisión como Llame ya !, todos se pueden llamar bajo la denominación de chantas.

Candidatos a diputados (realizado por Martín Tetamanti, Natalia Carbone, María Eugenia Nebbia y Javier Mazzeo, Colegio San Marón, 1993)

El tema del aguafuerte se basa en el discurso realizado por una persona que relata los fines reales que en ese momento debía tener un diputado. Plantea que para ser elegido por el pueblo hay que decirle la verdad, y éste es estafar al mísmo y ubicarse en un buen nivel económico.

En la Década Infame, los funcionarios hacían exactamente lo que plantea el discurso, pero lo encubrían.
Un ejemplo, el Pacto  Roca-Runciman, en el cual había cláusulas secretas que delegaban el poder del Banco Central y del Transporte a los ingleses.
También lo podemos relacionar con los cipayos o vendepatrias (aludidos por los escritores nacionalistas de la época)  que vendían la nación a cambio de que nos sigan comprando carne . También se puede relacionar con los abogados y miembros del Poder Judicial,  mencionados por Ramón Doll, que eran un grupo reducido, siempre los mismos, que buscaban sus propios beneficios.
Por último, lo relacionamos con la investigación que hizo Lisandro de La Torre sobre los frigoríficos.

En la época actual también encontramos personas que se aferran a su cargo político para poder trascender en su vida social, como por ejemplo, enriquecerse a costa del pueblo. Vemos así el caso de Bussi, en Tucumán, el que tenía cuentas en Suiza y propiedades, o el de Angeloz en Córdoba.

La Muerte del puchero, (aguafuerte redactado por Adriana Monzón, 3er. año, 1993)
Me llamo Guido y les hablo desde un rincón muy frío de mi heladera, en una casa de familia de clase media, en la cual el jefe de familia es un empleado de un diario y su trabajo le rinde tanto como para que yo no tenga carne y esté encerrado en esta misma olla desde hace tres días. Parece una tortura, hace tres días que me están reponiendo para después castigarme entre todos. Cada vez me siento más agua, un poco de grasa, algún pedazo de papa vieja, algunas puntas de choclo que ya ni dan ganas de comer y un caracú vacío, pero con algo de carne colgando. Debo admitir que esto último es lo más preciado de mí, al menos eso supongo al ver como el jefe de familia se pelea con sus hijos por conservarlo, pero bien sé que no es más que para darme, si se puede decir, un poco de gusto.
Más todavía, hasta llegué a creer que este tipo me defendía, pero después me di cuenta de cuán ingenuo era ; en realidad, el que se defendía era él. Si habré oído tantas veces ese diálogo que tantos otros puchero habrán escuchado : los hijos hablaban con las miradas, por supuesto, era el respeto a los padres que era lo único que se conservaba. Pero el padre sabía lo que querían decir los hijos, el mísmo lo quería decir : “¡Qué porquería esto !”, y éste respondía para todos ¡”Ah, carajo, se come lo que hay¡”. Y yo nada más me avergüenzo, aunque mía no es la culpa. Espero que me coman todo de una vez.




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